jueves, 23 de noviembre de 2017

Yo no pude resucitar al tercer día de entre los muertos.
Nadie me prestó una escalera para bajar de mi cruz.
Allí, en medio del infierno nuestro de cada día
recompuse mis restos con miembros amputados del árbol genealógico.
Invité a café al doctor Frankenstein, que me resucitó con una sobredosis de Iberdrola con cargo a mi tarjeta de crédito.
Ahora camino entre los vivos pero no vengo salvar almas, no soy pescador de hombres
ni tengo autorización política para serlo.
El Papa no me concede bula ni yo le concedo crédito, tal vez el cielo deba esperar un poco más.
Con permiso de Don José, sólo soy yo y mi propia circunstancia.
Tal vez es lo único que necesito ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.